Del Viernes Social al San Lunes
¡Otra vez el lugar vacío!
(segunda y última parte)
Psicólogo y terapeuta familiar Jesús García Rosete*
Como lo dijimos en el número anterior, para miles de personas llega el día lunes con la cruda realidad, acompañada de un sinnúmero de malestares físicos, psicológicos, económicos y morales, consecuencia de un tormentoso fin de semana de haber estado sumergido en los humos del alcohol u otras drogas.
Dicha condición obliga a muchos de los abusadores etílicos a ausentarse de sus labores productivas, para reestablecerse de los varios síntomas que manifiesta el síndrome de abstinencia, o bien porque permanecen cumpliendo con las 72 horas que un juez calificador les impuso como sanción administrativa por haber cometido una falta, como consumir bebidas alcohólicas en la vía pública o alterar el orden público. No podemos dejar de considerar la ausencia laboral por hechos más graves, como los accidentes automovilísticos, más frecuentes durante el fin de semana y muy relacionados con conducir en estado de ebriedad. En este mismo sentido, muchos crudos no se presentan a trabajar los lunes porque tienen que acudir a un médico o a algún servicio de urgencias, debido a que la ingestión de bebidas estimuló la reaparición de síntomas de otras enfermedades asociadas al consumo de alcohol. Como las dolencias más frecuentes están las úlceras sangrantes, diarreas, alteraciones en los niveles de presión arterial, arritmias cardíacas, dolor de cabeza, ansiedad, etcétera.
En otros casos menos extremos, el fulanito se acabó la lana en la parranda y ni para la leche y los pasajes le quedó, razón por la cual tiene que acudir a una casa de empeño o visitar algún familiar o conocido para que le haga algún préstamo. Otros, de plano, no se presentan a trabajar porque los familiares, ya hartos, los llevaron a una clínica o granja de aa, o a la Basílica, a jurar para ver si deja de tomar.
Estos hechos impactan en sobremanera a la actividad económica nacional, ya que son muy altas las horas-hombre que se deja de laborar como repercusión de la intoxicación aguda de fin de semana. Si proyectamos el problema a los días u horas que deja de trabajar un alcohólico regular, entonces el problema se vuelve más serio.
Como el problema del alcoholismo es funcional, no interfiere en forma determinante con el empleo y las relaciones familiares o sociales del adicto, de ahí que los permisos y las faltas se repitan continuamente, ya que muchas veces los enfermos son encubiertos por la compasión o complicidad de compañeros, jefes directos, familiares y amigos, e incluso algunas veces cuentan con el consentimiento y la justificación de algún médico, pues el empleado asiste a consulta médica quejándose de algún síntomas determinado para encubrir su padecimiento real, y así postergar su dirección y diagnóstico, pues las consecuencias laborales que de ello se derivaran, amén de aquellas otras consecuencias que se presentarán en el orden legal, económico, familiar y personal, serían terribles.
Para concluir esta participación dejaremos asentados algunos datos que permitirán mejorar la comprensión del problema y su impacto en la dinámica de la economía del país:
o 12% de las ausencias registradas se relacionan con el uso de bebidas alcohólicas
o 15% de la fuerza productiva nacional se ve afectada por la ingesta de bebidas etílicas
o 18% de los accidentes de trabajo suceden bajo los efectos del alcohol
(IMSS 1991)o 40% de lesionados en riñas, asaltos y violaciones
o 20% de los accidentes en vehículos automotores
o 13% de los traumatismos por caídas, tuvieron relación con la ingesta de bebidas alcohólicas
(Estadística IMSS 1995, en LiberAddictus n°. 15, 1998)