La evidente Blanca Nieves y sus representativos siete enanos

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"Yo ya había vivido esto anteriormente". "Esto que está pasando ahorita ya me pasó igualito antes" El déjà vu (lo ya visto o vivido) es el nombre de esa experiencia psíquica universal que casi todos los humanos hemos vivido sin obtener una explicación suficiente para captarlo, no como una experiencia parapsicológica o premonitoria, ni como algo tan particular que nos haría seres chidos y picudos ante los demás mortales.

La evidente Blanca Nieves y sus
epresentativos siete enanos

Mario Bejos L.

"Yo ya había vivido esto anteriormente". "Esto que está pasando ahorita ya me pasó igualito antes" El déjà vu (lo ya visto o vivido) es el nombre de esa experiencia psíquica universal que casi todos los humanos hemos vivido sin obtener una explicación suficiente para captarlo, no como una experiencia parapsicológica o premonitoria, ni como algo tan particular que nos haría seres chidos y picudos ante los demás mortales. La experiencia del déjà vu no es más que un momento de nuestra vida que vivimos como especial, pero que, en realidad, viene a defendernos de la angustia que nos produce alguna situación. El Segismundo --sea el Freud-- decía que esta particularidad psicológica se caracteriza por se una sensación subjetiva en la cual una experiencia nueva y actual se siente como si se hubiera producido anteriormente.

La droga es utilizada para provocar una situación de escape ante la estresante realidad actual. Querido y adicto lector: ¿no cree usted que se cuenta cuentos para huir de su horrible realidad de crisis, ayunos y espectaculares apañones de vacas sagradas de la política? Quizás ha tenido que recurrir una forma de déjà vu a la usanza de "Había una vez..."

La pregunta nos sorprende e invita a desconfiar sobre la necesidad de poner en el allá y el entonces lo que de hecho puede explicarse tan vívidamente. ¿Acaso no hay hartas Cenicientas codependientes, con y sin madrastras, y que sólo se comunican con los animalitos? No me diga que no hay, en el aquí y ahora, un montón de Bellas Durmientes que se la pasan en la baba o enervadas con Valium u otras pastas, en espera de que les caiga un hipócrita príncipe azul, para llenarse de hijitos (recordando a Susanita, la de Mafalda). ¿Acaso no son los mismísimos Tres Caballeros de Disney el antecedente para la creación del TLC, aunque en este momento sin Pepe Carioca?

Partamos de que tendríamos que cuentear a los niños: "Había una vez en un castillo, una crisis terrible por la manera en que los reyes se heredaban el poder entre ellos. Desesperados, acabaron por matarse unos a otros, con sus flamantes y afilados sables, mientras allá en el bosque se refugiaba un enmascarado, muy guapo según las doncellas y muy codiciado su cuello por el rey y por los ricos ganaderos y comerciantes que se veían afectados por sus atrevidos asaltos. Le decían el Príncipe de las Tinieblas porque escondía su rostro detrás de un pasamontañas, en el bosque lacandón, donde se dice existían muchos pobres que estaban dispuestos a luchar por no caer en manos de los usureros y de los escuderos cabalgantes que se encontraban al servicio del intolerante rey, apellidado Ponce de León, o sea, primo del famosísimo Ricardo Corazón de León."

Si usted ya leyó hasta aquí puede seguirle sin déjà vu.

Los personajes de Walt Disney se caracterizan, en primer lugar, por la magnitud de su difusión a través del séptimo arte. Tienen impacto generalizado, lo cual implica que casi nadie se escapa de haberlos visto, ya sea para regocijarse con ellos o para criticarlos. En este espacio no intentamos ni lo uno ni lo otro, sino adaptar nuestra fantasiosa, tóxica y dependiente mente al mundo de una fantasía estructurada y millonaria, como la del Señor Walt Disney. Ahora, con el alcance del cine de micropantalla y sin butacas --es decir, con el video-- es posible conseguir, ya sea en compra, alquiler, préstamo con los cuates, películas de las antiguas y actuales caricaturas que se han convertido en verdaderos clásicos. Por ejemplo, el adorado y a la vez odiado Mickey, con su evidente e innegable asociación con el mundo capitalista y sus limpísimos guantes blancos que le esconden sus negrísimas manos de rata asquerosa (igual que los banqueros del FMI).

La misma curiosidad nos despierta el cuento de Blanca Nieves (pa' nombrecito, así podrían nombrarse varias hijas de capos en la fértil tierra andina). La bella princesa vivía con una perversa madrastra que se azotaba con la idea de que la princesa pudiera ser más hermosa que la narcisa dama del espejo parlanchín (nótese de que ya en aquellos tiempos se quejaban: "ódiame por ser bonita". Dice Joaquín Sabina "... no entiendo el móvil de un crimen a menos que sea pasional", y la madrastra manda matar a la bella adolescente y al asesino pide que, en prenda, le traiga el corazón de la víctima en una caja. Este último, no identificado como magnicida ni abusador de menores, deja en libertad a la joven que entonces se adentra en el bosque hasta perderse.

Llega así hasta una pequeña cabaña, le da por la obsesión y se pone a limpiarla. Después se encuentra con siete enanos: 1. Feliz que era un usuario de tachas o XTC --o éxtasis--, y por eso andaba en tal nivel de euforia artificial; 2. Estornudo, que se la pasaba metiéndose cocaína, costumbre que aprendió de los mineros bolivianos; 3. Gruñón, tenía una permanente sobreintoxicación de anfetaminas, que había comenzado a ingerir con el interés original de tener energía para trabajar y bajar de peso, pero cuyas reacciones adversas posteriores padecía: mal humor, sudoración excesiva y depresiones severas; 4. Dormilón era lo contrario del anterior, ya que se la pasaba en un estado permanente de somnolencia, dada la cantidad de benzodiacepinas de diversos tipos con las cuales se intoxicaba para sedarse; 5. Tontín era un macizo de primera, su intensa manera de fumar mariguana (mota que dejaba mudo a cualquiera) lo hacía parecer tierno porque era el más joven de los siete, pero la realidad es que pasaba una vida contemplativa e inútil, además de poner en riesgo su integridad física y de los demás, en vista de la cantidad de accidentes que sufría y provocaba constantemente; 6. Tímido era un ser que con alcohol se desinhibía de tal manera que, una vez embriagado, atropellaba a las mujeres a quienes temía cuando no bebía; además de esto era el tipo más hiriente que pudiera haberse conocido: sus insultos y protestas contra la vida rayaban en una actitud descarnada y bestial que terminaba dejándolo solo y lloriqueando como bebé desamparado, para amanecer tímido otra vez; y por último: 7. Sabio, el tipo que tenía el liderazgo por haberse rehabilitado años antes; su fuerza era mantener el negocio de la joyería a pesar de las múltiples dificultades que acarreaba la adicción de los demás.

Total que la jovencita se comió una manzana envenenada con toloache. La manzana se la dio la madrastra disfrazada de bruja y le provocó la muerte. Solamente un príncipe con impulsos necrofílicos y un buen seguro de gastos médicos pudo sacar del letargo a la princesa... Y de ahí pa'l real se la pasaron de hospital en hospital para intentar sacarla del mal viaje que le había provocado la envidiosa madrastra.