La sexualidad y la adicción una combinación afrodisíaca
(primera de dos partes)
Carlos Pérez Irueste
En el fantástico mundo del uso y abuso de las drogas se escuchan historias increíbles, dignas de la más popular novela erótica. Se han creado grandes mitos alrededor de las sustancias y la sexualidad, curiosamente la gran mayoría de estos mitos sugieren que las drogas tienen cualidades afrodisíacas, que aumentan la sensibilidad y mejoran la ejecución sexual, que el consumidor podría renarrar el Kamasutra en un nuevo estilo y con muchas nuevas concepciones místicas. Los adictos creen de corazón en todas estas falacias y recurren a la sustancia intentando hacer realidad sus sueños más prohibidos; su sorpresa es grande cuando se dan cuenta de que la mala ejecución, las erecciones incompletas, la impotencia eyaculatoria, la anorgasmia, o la profunda incapacidad para ejecutar el acto planeado, es consecuencia del intento por lubricar su sexualidad con brebajes o adornarla con polvos, ensaladas, o chochos.
Comencemos con los paladares finos y húmedos, con aquellos que beben y dan de beber brebajes. El alcohol ha sido por años asociado con los rituales de seducción, y ha sido el mejor cómplice de quienes temen ser rechazados o no están seguros del deseo que pueden despertar en su pareja. Con este sensual brebaje sedan a sus presas para relajar su juicio y facilitar la tarea que consuma el acto tan deseado; pero si el alcohol, en efecto, relaja el juicio y le permite al individuo tomar a la ligera las decisiones importantes, también lo anestesia y seda sus zonas erógenas; el consumo excesivo de alcohol está asociado a problemas de impotencia eyaculatoria y ha sido la causa de que muchas mujeres no logren el orgasmo.
Tenemos también a los vegetarianos, que con las ensaladas de mariguana buscan un agente químico que opere como un promotor de la sensibilidad, que intensifique el deseo y la experiencia orgásmica. Sin embargo, el mousse de hash o la ensalada de mota ha conducido a muchas parejas a las disfunciones sexuales más variadas, ya que la intoxicación favorece el regodeo en fantasías ajenas al sexo, que no le permiten al sujeto concentrarse en sus sensaciones genitales, por lo que no puede ejecutar el acto sexual en forma satisfactoria. En los usuarios frecuentes, la intoxicación con thc --el químico activo de la mariguana-- les provoca estados de desidia, lentitud y baja respuesta, y con el tiempo la ensalada mágica los transporta a la apatía por el sexo, y el sujeto acaba fumando mota en lugar de hacer lo que su pareja espera que le hagan.
Encontramos entre los gourmets a los dulceros, que consumen chochos; estos caramelos son fuertes aliados de los violadores, que duermen a sus víctimas o las introducen en profundos estados de sedación para hacerlas suyas fácilmente, so pretexto de lagunas mentales. Bajo la excusa de que fue culpa de la droga la relación sexual se usan estos postrecitos --los chochos, pingas, pastas, tabletas o cápsulas, las drogas de receta, los medicamentos controlados, algunos para calmar y otros para inducir el sueño-- ya sea para lubricar el acto criminal, o para relajar la tensión que pueda provocar la angustia del rechazo. Los resultados son conocidos: la adolescente ultrajada, el joven adulto encerrado en la cárcel por violación y estupro. La sedación que producen estos medicamentos conduce a la mala ejecución del acto y a la depresión, a un estadio donde el deseo sexual es el último deseo percibido. Yo me pregunto: ¿será esto de hacer el amor con una persona dormida y en contra de su total voluntad un acto sexual satisfactorio, será esto un resultado afrodisíaco?
Afrodisíaco se refiere a un objeto natural o sintético que motive la pasión y el deseo sexual. No se refiere a la explotación, confusión y falta de juicio frente a la sexualidad.